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¿Están Ustedes deseando que llegue la primavera? ¡Nosotros sí! Hoy hablaremos sobre cómo espantar con éxito al invierno y dar la bienvenida a la más bonita de las estaciones: wiosna.

Wiosna

es una palabra que encontramos de forma similar en toda la región eslava. Su forma inicial se veía así: *vesna//*vesъna. En el siglo IX, cuando la forma de pronunciar algunos sonidos comenzó a cambiar, “vesna” se convirtió en “wiosna”. Su origen se puede explicar por sus conexiones con las partículas: ‘was’, es decir, brillar, o con ‘wes’, que forma parte de palabras como “weselić się” (ser feliz) o “wesele” (boda).

Los nombres de los meses de primavera son: “marzec”, “kwiecień” y “maj”. Dos de ellos son de origen latino: “marzec” del dios Marte y “maj” de la diosa Maia. “Kwiecień”, en cambio, debe su nombre a los campos florecientes (“kwiecie”, flores).

En el período precristiano, los eslavos celebraban la llegada de la primavera con estilo. Comenzaban por echar simbólicamente el invierno. La ceremonia tenía lugar alrededor del equinoccio de primavera e implicaba, cómo no, ahogar o quemar una marioneta de paja llamada Marzanna. La tradición exigía que una procesión formada por niños y Marzanna decorada con tela blanca, cintas y collares de coral, recorriera todas las casas del pueblo. Por la noche se le prendía fuego y se la arrojaba al agua, todo acompañado por el canto, el crujir de los látigos, el traqueteo de los cascabeles y el sonido de todo tipo de instrumentos.

Alejado el invierno, el resto de tratamientos mágicos se referían a dar la bienvenida a la primavera. Se ventilaban y limpiaban las casas y el corral. Cada rincón de la granja fue incensado con hierbas aromáticas. Se encendían fuegos en las colinas. Se horneaban pasteles especiales. Pero la tradición más importante era, sin duda alguna, pintar huevos (“pisanki”) – la costumbre que garantizaba la fertilidad y la prosperidad durante todo el nuevo año de cultivo.

Los preparativos terminaban con fiestas ceremoniales en los cerros sagrados, durante las cuales se organizaban juegos, cantos y bailes.

Varias de estas costumbres precristianas han sobrevivido hasta nuestros días.

Pero más sobre eso, la próxima vez.